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domingo, 29 de septiembre de 2013

Los "21s"

En un pasado ya algo lejano, en las siempre destartaladas unidades del servicio colectivo de la Ciudad de Guatemala se entregaba un boleto como comprobante de pago del pasaje. A excepción de la factura que se recibe por recargar la tarjeta SIGA (tarjeta prepago con tecnología RFID) para uso en los servicios de Transurbano y Transmetro que cubren solo una parte de la ciudad, hoy en día el resto del servicio colectivo continúa padeciendo la inseguridad y los malos tratos de pilotos y brochas (ayudantes), mientras que la entrega del boleto por concepto de pasaje es una práctica que quedó en el olvido.

Pero el propósito de esta entrada no es precisamente comentar sobre la calidad del servicio de transporte público en la ciudad más grande de Centroamérica, ya que hablar de este tema nos llevaría muchas horas y líneas. En su lugar, traeré a colación "el 21", una especie de "boleto de la buena suerte", llamado así por ser este número la suma de las cifras contenidas en el correlativo impreso en el boleto.

8 + 0 + 8 + 1 + 3 + 1 =

Según la norma de aquel entonces, un ticket 21 podía ser canjeado por un beso de una persona del sexo opuesto. Esta acción era conocida simplemente como "cambiar un 21" y generalmente correspondía al hombre la penitencia de pedir cambiarlo. Desde luego, para encontrar alguien que aceptara cambiar un 21 se necesitaba mucha más suerte que el simple hecho de contar con uno de esos boletos.

Mientras revisaba entre mis cosas viejas (ya me siento viejo solo de mencionarlo), encontré dentro de una billetera mi "colección" de esos boletos, los cuales acumulé durante mis años en la secundaria. Fue en ese período en el que empecé a hacer uso intensivo del transporte público, en virtud de lo distantes que se encontraban los establecimientos en donde estudié los niveles de básico y diversificado. Aquellos años serían también los últimos en los que los transportistas entregaban un boleto a cambio del respectivo pasaje.

La colección

Claro que parte de esta colección viene con truco: algunos de los boletos acumulados son el resultado de haber encontrado fajos engrapados de un ciento tirados en el interior del bus, posiblemente a consecuencia de algún descuido del piloto o del ayudante, y en los que de golpe lograba obtener unos cuantos de los mencionados boletos de la buena suerte.

Dos boletos de un mismo fajo

Al hecho de tener varios veintiunos se puede deducir que nunca solicité cambiar uno; sin embargo, además del significado propio del "21", los boletos de camioneta ya forman parte de un pasado en la accidentada (en todos los sentidos) historia del transporte público en nuestro país.

Algunos boletos incluían publicidad en el dorso

Y vos, ¿alguna vez pediste cambiar un 21? ¿o te pidieron cambiar un 21?

¡Saludos!

lunes, 28 de febrero de 2011

Prohibido medir más de 1.50

Me llama la atención la chuchada el ingenio de muchos transportistas que, en su afán de llevar a los pasajeros como sardinas optimizar la capacidad de sus unidades, reducen el espacio entre asientos hasta el punto en que prácticamente solo aquel que mida menos de 1.50 m puede irse bien sentado. Dicho de otra forma, los canillones se fregaron tienen que irse de lado o de cuclillas, como en la siguiente foto (que por cierto, también muestra el estado de los asientos).


Un autobús promedio de 11 filas termina con 15 como por arte de magia, mientras que un microbús de 4 filas termina con una fila más.