La semana anterior, viendo los noticieros locales, me sorprendió ver el momento en que la Policía llevaba capturados a dos individuos de origen hondureño, vestidos como payasos, acusados de aprovecharse de su vestimenta y de la emoción del “espectáculo” que presentaban en las unidades del servicio colectivo para despojar de sus pertenencias a los pasajeros. Y lo mejor de todo: este par de sujetos se identificaban en los buses con los sugestivos sobrenombres de Pistolita y Cuchillito.
Debido a factores como la pobreza o la falta de oportunidades, considero comprensible que haya muchos que por necesidad se ven obligados a abordar los buses solicitando nuestra colaboración a cambio de algún dulce o de unos cuantos chistes (aunque sean de esos “sangrones” o “pierdeamigos”), sin embargo, después de conocer el caso de Pistolita y Cuchillito, a uno como pasajero no le queda más que tomar precauciones adicionales y encomendarse al Creador cuando se suban vendedores, mendigos, payasos e incluso predicadores; ya que no se sabe si lo hacen por necesidad y de buena fe o si se están valiendo de su fachada para cometer algún hecho delictivo. Lamentablemente, como se dice: “Pagan justos por pecadores”.
Debido a factores como la pobreza o la falta de oportunidades, considero comprensible que haya muchos que por necesidad se ven obligados a abordar los buses solicitando nuestra colaboración a cambio de algún dulce o de unos cuantos chistes (aunque sean de esos “sangrones” o “pierdeamigos”), sin embargo, después de conocer el caso de Pistolita y Cuchillito, a uno como pasajero no le queda más que tomar precauciones adicionales y encomendarse al Creador cuando se suban vendedores, mendigos, payasos e incluso predicadores; ya que no se sabe si lo hacen por necesidad y de buena fe o si se están valiendo de su fachada para cometer algún hecho delictivo. Lamentablemente, como se dice: “Pagan justos por pecadores”.